realizada en el
Por Fernando Bartolomé Zofío. Julio 2013. Córdoba (España)
Esta es una de las entrevistas más interesantes que he tenido la oportunidad de hacer para Modern Guitar Ensemble. Es un placer hablar con uno de los grandes maestros de la guitarra clásica de nuestro tiempo y hacerlo sin tapujos ni cortapisas. Y es que Manuel Barrueco tiene opinión para todo y para todos y se muestra siempre sincero y abierto en todo momento.
En esta entrevista, realizada en el transcurso del Festival de Guitarra de Córdoba, hacemos un repaso a su carrera y a los maestros que ha tenido a lo largo de ella. Y ahí están gente que, de forma directa o indirecta y de forma positiva o negativa, la han marcado y condicionado de alguna manera. Gente como Leo Brouwer, Toru Takemitsu, Alicia de Larrocha, Aaron Shearer, John Duarte y muchos otros. Y, como decía, en unos casos ha seguido los pasos de ciertos de estos maestros y en otros casos ha aprendido de ellos para evitar hacer lo que ellos de forma radical. Y Barrueco tiene memoria para todos y no esconde ningún elogio ni crítica alguna. Durante un largo rato, nos dio tiempo a hablar de cuestiones musicales pero sin olvidar
las cuestiones de vida. Los encuentros con Segovia, la huida de Cuba, la vida de un emigrante en Estados Unidos y muchos otros temas. Agradezco una vez más la amabilidad que Manuel Barrueco tuvo conmigo, teniendo en cuenta que salió de un encuentro con Manolo Sanlúcar en el que estaban preparando su colaboración para el disco “Medea” en el que el guitarrista cubano estrena una obra del compositor
flamenco para guitarra y orquesta.
En esta entrevista me gustaría hacer un recorrido por los maestros que te has encontrado, o has buscado, a lo largo de tu carrera. Hay gente no muy conocida que quizás se merezca salir del olvido, gente como Rey de la Torre, y otros mundialmente conocidos de los que me gustaría que nos dijeses la influencia que han ido teniendo en todos estos años de música. Pero vamos a remontarnos a tus inicios en Cuba. ¿Cuál fue tu primer maestro?
El primer maestro que tuve realmente provenía de la música popular. Era el tipo de música de los tríos mejicanos, Los tres reyes, Los panchos y este tipo de cosas. Su nombre era Mondéjar y además de tocar en un trío era barbero, que ya sabemos la tradición que hay, además de dar clases en Santiago de Cuba. Según me cuenta mi papá, hablando con él sobre mí le dijo que yo parecía mostrar talento con la guitarra y que debía buscar un maestro que me enseñara lo básico, el solfeo y este tipo de cosas, así que me encontraron un maestro que se llamaba Guillermo Dufurneau. Un señor muy elegante, negro, muy fino y agradable, y él fue el que me enseñó a leer música. Tendría yo unos nueve años.
Un día recuerdo que había un guitarrista en La Habana llamado Elías Barreiro que quería que tocara para él. Yo fui y toqué para él. El Conservatorio local, que tendría su departamento de guitarra, sería un sitio bueno para que yo estudiara, y así me lo aconsejó él. Y allí estaba Manuel Puig y yo pienso en él como mi primer maestro, aunque en realidad no lo fuera, pero quizás por el tiempo que estuve con él, hasta que me fui de Cuba a los 14 años y desde los 10 u 11, así me lo parece. Además de ello, mi relación con él y su esposa era muy estrecha; era como si fueran padres míos. A veces me sentía atormentado porque no sabía yo a quien quería más si a mis padres o a ellos. Eran gente muy dulce y acogedora.
¿Tu padre era músico? ¿Tuvo alguna influencia musical sobre ti?
Era aficionado en el sentido de que le gustaba mucho la música pero no tocaba ningún instrumento y ni siquiera le interesaba comprar discos. En Cuba la música está en todas partes, te hablo de esa época que yo viví, y cuando había una fiesta todos se creían cantantes. Mi padre era uno de ellos. En este sentido era aficionado a la música pero no recuerdo que me comprara ningún disco o algo parecido.
En tu carrera se produce un punto de inflexión en el momento en que conociste a Leo Brouwer que, aunque no fue tu profesor, sí supuso un despertar. Supiste de él que tocó la Chacona de Bach cuando tenía 12 años y tú no querías ser menos. Así que te picaste y antes de los 12 años te propusiste hacer lo mismo. Sobre esto se me ocurren dos temas en tu aprendizaje. Por un lado es bueno avanzar teniendo altas expectativas y ser ambicioso, teniendo un referente en el que fijarte, un ídolo, pero por otro lado una de las máximas de muchos pedagogos es “no toques por encima
de tus posibilidades”. Yo no sé lo que tocarías por esa época pero la Chacona con 12 años parece una tarea tan fascinante como hipotética.
Bueno, quizás cuando decía esto quería decir que podía tocar las notas de la Chacona, no que pudiera tocarla bien. Aunque para serte sincero no tengo ni idea de cómo la tocaba. Musicalmente estoy seguro de que horriblemente mal pero si técnicamente podía no lo recuerdo.
- primera parte
- segunda parte
- tercera parte
- cuarta parte
- quinta parte
En tu carrera se produce un punto de inflexión en el momento en que conociste a Leo Brouwer que, aunque no fue tu profesor, sí supuso un despertar. Supiste de él que tocó la Chacona de Bach cuando tenía 12 años y tú no querías ser menos. Así que te picaste y antes de los 12 años te propusiste hacer lo mismo. Sobre esto se me ocurren dos temas en tu aprendizaje. Por un lado es bueno avanzar teniendo altas expectativas y ser ambicioso, teniendo un referente en el que fijarte, un ídolo, pero por otro lado una de las máximas de muchos pedagogos es “no toques por encima
de tus posibilidades”. Yo no sé lo que tocarías por esa época pero la Chacona con 12 años parece una tarea tan fascinante como hipotética.
Bueno, quizás cuando decía esto quería decir que podía tocar las notas de la Chacona, no que pudiera tocarla bien. Aunque para serte sincero no tengo ni idea de cómo la tocaba. Musicalmente estoy seguro de que horriblemente mal pero si técnicamente podía no lo recuerdo.
- primera parte
- segunda parte
- tercera parte
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