realizada en el
Por Fernando Bartolomé Zofío. Julio 2013. Córdoba (España)
Pero ya el mero hecho de atreverse dice mucho…
Claro, sí. Indica algo. Lo que pasó con Leo fue que había un programa de televisión en Cuba que se llamaba “Viernes de gala” y eran recitales de música. Un viernes había un recital de un joven cubano que regresaba de estudiar en Estados Unidos para tocar, y era él. Algo que es interesante, es que Leo creo que estudió en Julliard por un tiempo y luego en la Universidad Hartford, Connecticut, y sé de alumnos que han conocido libros que Leo Brouwer había sacado de la biblioteca. El caso es que no sé el momento exacto de cuándo él volvió a Cuba y sería interesante saber el momento en que fue becado.*
*(En el libro “Leo Brouwer. Caminos de la creación” de Victoria Eli Rodríguez y Marta Rodríguez Cuervo afirman que fue becado en 1959 y que regresó a Cuba hacia finales del año 1960 cuando fue nombrado Profesor de Armonía, Contrapunto y Composición en el Conservatorio de La Habana. pp27, 31)
Decía que lo vi en la televisión y yo, para un guajirito de Santiago de Cuba al otro extremo de La Habana, estaba súper impresionado. Para nosotros, y ya en esa época podemos decir que era una persona medio excéntrica en el sentido en la forma de hablar, de vestir… Todo llamaba la atención.
Y en la forma de tocar también.
Si pero en esa época yo no tenía referencias. Después de la Revolución, que después se convirtió en Dictadura, la gente dejó de ir a tocar. Antes de Castro habían pasado Segovia y otros. Conocíamos a los locales, Elías Barreiro, Leo Brouwer o Jesús Ortega pero no podía compararlo con otros guitarristas de fuera porque no tocaban allí.
Entonces no podía verlo como un guitarrista diferente. Era lo que era. Cuando viajamos los alumnos del Conservatorio para tocar para él yo estaba muy impresionado y el comentario que escuché luego que dijo de mi fue “Cuidado con el feo de la cabeza grande”. Desde ese momento, siempre que él venía a Santiago de Cuba trataba de estar cerca, observando y yo le seguía a todas partes. Yo tendría unos 12 o 13 años y él unos 27.
Nos reuníamos en la casa de Manuel Puig. Tocábamos primero nosotros y luego tocaban Brouwer, Barreiro, Ortega o quien fuera. Para mí todo lo que dijera él era como la biblia. En ese sentido influyó mucho en mí. Una vez apareció en Santiago de Cuba vestido todo de negro. ¡Imagínate allí ir de esa forma! Era como ver a alguien de Marte.
Cosas de niño.
Al final son cosas que motivan a uno a escoger y a trabajar en una dirección.
Hay varios momentos que yo recuerdo de él impactantes. Al año siguiente dio otra clase en el Conservatorio y tocó la Pieza sin título. Para un niño como yo en esa época esta música era como algo de otro planeta y tiene que haber significado algo. Hubo otro momento, en un concierto de un coro, el Orfeón Santiago, en el que estaba sentado Leo solo y decidí sentarme a su lado. Yo solo con Leo. Alguna vez hacía el amago de hablarle pero él me decía el gesto para seguir escuchando la música. Para mí era importante, como para un niño de ahora estar al lado de Messi, por ejemplo.
Otra vez recuerdo un gran detalle de Leo. En una de las reuniones con los otros maestros él no iba poder acudir y me llamó a mí para decírmelo. ¡Imagínate!
En definitiva, la influencia más grande que él tuvo sobre nosotros fue la de insistir en ser músicos por encima de todo, y no solo guitarristas. Según yo recuerdo, él era joven y tenía su derecho a opinar como un joven, y probablemente el ahora no opina como antes, o quizás sí, yo recuerdo preguntarle sobre los guitarristas más famosos de la época y ninguno era músico para él. Quizás por esa manera de pensar, yo crecí con una
cierta falta de respeto hacia otros guitarristas.
Pero ya el mero hecho de atreverse dice mucho…
Claro, sí. Indica algo. Lo que pasó con Leo fue que había un programa de televisión en Cuba que se llamaba “Viernes de gala” y eran recitales de música. Un viernes había un recital de un joven cubano que regresaba de estudiar en Estados Unidos para tocar, y era él. Algo que es interesante, es que Leo creo que estudió en Julliard por un tiempo y luego en la Universidad Hartford, Connecticut, y sé de alumnos que han conocido libros que Leo Brouwer había sacado de la biblioteca. El caso es que no sé el momento exacto de cuándo él volvió a Cuba y sería interesante saber el momento en que fue becado.*
*(En el libro “Leo Brouwer. Caminos de la creación” de Victoria Eli Rodríguez y Marta Rodríguez Cuervo afirman que fue becado en 1959 y que regresó a Cuba hacia finales del año 1960 cuando fue nombrado Profesor de Armonía, Contrapunto y Composición en el Conservatorio de La Habana. pp27, 31)
Decía que lo vi en la televisión y yo, para un guajirito de Santiago de Cuba al otro extremo de La Habana, estaba súper impresionado. Para nosotros, y ya en esa época podemos decir que era una persona medio excéntrica en el sentido en la forma de hablar, de vestir… Todo llamaba la atención.
Y en la forma de tocar también.
Si pero en esa época yo no tenía referencias. Después de la Revolución, que después se convirtió en Dictadura, la gente dejó de ir a tocar. Antes de Castro habían pasado Segovia y otros. Conocíamos a los locales, Elías Barreiro, Leo Brouwer o Jesús Ortega pero no podía compararlo con otros guitarristas de fuera porque no tocaban allí.
Entonces no podía verlo como un guitarrista diferente. Era lo que era. Cuando viajamos los alumnos del Conservatorio para tocar para él yo estaba muy impresionado y el comentario que escuché luego que dijo de mi fue “Cuidado con el feo de la cabeza grande”. Desde ese momento, siempre que él venía a Santiago de Cuba trataba de estar cerca, observando y yo le seguía a todas partes. Yo tendría unos 12 o 13 años y él unos 27.
Nos reuníamos en la casa de Manuel Puig. Tocábamos primero nosotros y luego tocaban Brouwer, Barreiro, Ortega o quien fuera. Para mí todo lo que dijera él era como la biblia. En ese sentido influyó mucho en mí. Una vez apareció en Santiago de Cuba vestido todo de negro. ¡Imagínate allí ir de esa forma! Era como ver a alguien de Marte.
Cosas de niño.
Al final son cosas que motivan a uno a escoger y a trabajar en una dirección.
Hay varios momentos que yo recuerdo de él impactantes. Al año siguiente dio otra clase en el Conservatorio y tocó la Pieza sin título. Para un niño como yo en esa época esta música era como algo de otro planeta y tiene que haber significado algo. Hubo otro momento, en un concierto de un coro, el Orfeón Santiago, en el que estaba sentado Leo solo y decidí sentarme a su lado. Yo solo con Leo. Alguna vez hacía el amago de hablarle pero él me decía el gesto para seguir escuchando la música. Para mí era importante, como para un niño de ahora estar al lado de Messi, por ejemplo.
Otra vez recuerdo un gran detalle de Leo. En una de las reuniones con los otros maestros él no iba poder acudir y me llamó a mí para decírmelo. ¡Imagínate!
En definitiva, la influencia más grande que él tuvo sobre nosotros fue la de insistir en ser músicos por encima de todo, y no solo guitarristas. Según yo recuerdo, él era joven y tenía su derecho a opinar como un joven, y probablemente el ahora no opina como antes, o quizás sí, yo recuerdo preguntarle sobre los guitarristas más famosos de la época y ninguno era músico para él. Quizás por esa manera de pensar, yo crecí con una
cierta falta de respeto hacia otros guitarristas.
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