realizada en el
Por Fernando Bartolomé Zofío. Julio 2013. Córdoba (España)
¿Cómo contactaste con él? Porque me imagino que, dada tu situación personal, lo último que te apetecería hacer sería preocuparte por tocar… aunque quizás te sirvió como válvula de escape. ¿Cómo fueron esos momentos?
Yo no pude sacar ni una guitarra. Llegamos sin nada. Entonces Manuel Puig me dijo que fuera a ver a una señora que había sido su maestra, Fela González se llamaba, que según he oído decir alojaba a Segovia cuando iba por allí, y en un pequeño apartamento de Miami me recibió. Y lo que pasó, y no estoy alardeando de nada pero fue lo que pasó, es que me recibió ¡besándome los pies! Era muy expresiva y así lo hizo. Entonces ella organizó una fiesta en una casa bonita, en la que había varias personas. No recuerdo
si en ese momento estaba allí Juan Mercadal, pero entre ellos había un guitarrista ecuatoriano que me prestó una guitarra y me consiguió partituras. Porque no teníamos dinero. Nada. Solo llegamos con deudas que mi papá tenía, porque al no declarar que se iba le quitaron el trabajo también.
El caso es que Juan Mercadal era famoso en Cuba y él me empezó a dar clases. Nunca me cobró un centavo por nada. Me recogía y me llevaba a su casa. Era una persona muy efusiva. La última vez que lo vi fue en el aeropuerto de Madrid, donde tocaba un concierto. Tengo un disco suyo y creo que valdría la pena escucharlo. El tenía un problema y es que tocaba sin uñas. Pero él era un guitarrista muy “macho”. Había que verle cuando tocaba la primera cuerda apoyando la tercera… Y así era su personalidad, muy fuerte.
Parece el perfil de un guitarrista flamenco.
No, no. El decía que había que darle a la guitarra para que se escuchara, porque también hacía música de cámara. Pero tenía el sonido sin uñas. Si escuchas la grabación, hay una musicalidad y un fraseo que no había en esa época. Y creo que es objetivo lo que estoy diciendo. Tenía una forma particular de tocar. No estaba basado en la guitarra sino en la música. Decía que los guitarristas tenían que desarrollar la forma de cantar una frase, como una trompeta o un clarinete.
¿A ti te daba clase regularmente?
Sí.
¿Qué trabajabas con él? ¿Qué repertorio?
Le gustaban mucho los estudios de Sagreras, y también trabajamos estudios de Coste. Pero yo no sé si estuvimos 8 o 9 meses en Miami. Parece ser que habló con mi papá y le dijo que si yo estuviera en un lugar como Nueva York sería conocido como uno de los mejores guitarristas del mundo. Yo tenía 15 años por aquel entonces. Así que nos fuimos.
El contacto con Rey de la Torre no recuerdo cómo se produjo. Sé que mi mamá tenía un amigo de la niñez que tenía una relación con Rey y con Julián Orbón, y la idea era dar clases con ellos. Pero Orbón, un buen compositor español pero que vivió en Cuba mucho tiempo, me dijo que estaba demasiado verde, “demasiado elemental”, y no me aceptó como alumno. Con Rey sí di algunas clases, y lo único que te puedo decir de Rey de la Torre es que en Estados Unidos, por un tiempo, fue uno de los guitarristas más famosos. Lo que cuenta la leyenda, que quizás no sea cierto, es que Miguel Llobet fue a Estados Unidos y se llevó con él a Rey de la Torre para que estudiara con él. El caso es que hubo una relación con Llobet y en su forma de tocar se notaba una persona muy fina.
¿Cómo contactaste con él? Porque me imagino que, dada tu situación personal, lo último que te apetecería hacer sería preocuparte por tocar… aunque quizás te sirvió como válvula de escape. ¿Cómo fueron esos momentos?
Yo no pude sacar ni una guitarra. Llegamos sin nada. Entonces Manuel Puig me dijo que fuera a ver a una señora que había sido su maestra, Fela González se llamaba, que según he oído decir alojaba a Segovia cuando iba por allí, y en un pequeño apartamento de Miami me recibió. Y lo que pasó, y no estoy alardeando de nada pero fue lo que pasó, es que me recibió ¡besándome los pies! Era muy expresiva y así lo hizo. Entonces ella organizó una fiesta en una casa bonita, en la que había varias personas. No recuerdo
si en ese momento estaba allí Juan Mercadal, pero entre ellos había un guitarrista ecuatoriano que me prestó una guitarra y me consiguió partituras. Porque no teníamos dinero. Nada. Solo llegamos con deudas que mi papá tenía, porque al no declarar que se iba le quitaron el trabajo también.
El caso es que Juan Mercadal era famoso en Cuba y él me empezó a dar clases. Nunca me cobró un centavo por nada. Me recogía y me llevaba a su casa. Era una persona muy efusiva. La última vez que lo vi fue en el aeropuerto de Madrid, donde tocaba un concierto. Tengo un disco suyo y creo que valdría la pena escucharlo. El tenía un problema y es que tocaba sin uñas. Pero él era un guitarrista muy “macho”. Había que verle cuando tocaba la primera cuerda apoyando la tercera… Y así era su personalidad, muy fuerte.
Parece el perfil de un guitarrista flamenco.
No, no. El decía que había que darle a la guitarra para que se escuchara, porque también hacía música de cámara. Pero tenía el sonido sin uñas. Si escuchas la grabación, hay una musicalidad y un fraseo que no había en esa época. Y creo que es objetivo lo que estoy diciendo. Tenía una forma particular de tocar. No estaba basado en la guitarra sino en la música. Decía que los guitarristas tenían que desarrollar la forma de cantar una frase, como una trompeta o un clarinete.
¿A ti te daba clase regularmente?
Sí.
¿Qué trabajabas con él? ¿Qué repertorio?
Le gustaban mucho los estudios de Sagreras, y también trabajamos estudios de Coste. Pero yo no sé si estuvimos 8 o 9 meses en Miami. Parece ser que habló con mi papá y le dijo que si yo estuviera en un lugar como Nueva York sería conocido como uno de los mejores guitarristas del mundo. Yo tenía 15 años por aquel entonces. Así que nos fuimos.
El contacto con Rey de la Torre no recuerdo cómo se produjo. Sé que mi mamá tenía un amigo de la niñez que tenía una relación con Rey y con Julián Orbón, y la idea era dar clases con ellos. Pero Orbón, un buen compositor español pero que vivió en Cuba mucho tiempo, me dijo que estaba demasiado verde, “demasiado elemental”, y no me aceptó como alumno. Con Rey sí di algunas clases, y lo único que te puedo decir de Rey de la Torre es que en Estados Unidos, por un tiempo, fue uno de los guitarristas más famosos. Lo que cuenta la leyenda, que quizás no sea cierto, es que Miguel Llobet fue a Estados Unidos y se llevó con él a Rey de la Torre para que estudiara con él. El caso es que hubo una relación con Llobet y en su forma de tocar se notaba una persona muy fina.
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